Después de haber obtenido el compromiso de que las anotaciones no serán fotografiadas ni grabadas, Juan Juan Micó, de 79 años, último propietario de Destilerías Ayelo, un negocio de estética fascinante y decadente fundado en 1880, se levanta, hace girar las ruedas de la vieja caja fuerte que tiene en su despacho y extrae el cuaderno en el que está escrita la auténtica fórmula de la Kola-coca. La Kola-coca no es la versión contracultural del refresco más famoso del mundo, sino la bebida que Juan, el Ayuntamiento del pequeño municipio valenciano de Aielo de Malferit y la mayoría de sus 4.706 habitantes consideran precursora de la Coca-cola.
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