Es como un niño pequeño, con sus pataletas, sus rabietas y sus infantiles artimañas para intentar irritar a sus vecinos. Como si fuera el malote de la clase, Kim Jong Un trata de intimidar a los ciudadanos de Corea del Sur con distintas estratagemas, algunas peligrosas y otras muy divertidas. No es lo mismo anunciar que has logrado hacer estallar una bomba de hidrógeno, que puede ser algo peliagudo (siempre y cuando sea verdad…), que mandar globos de helio llenos de porquería a quienes viven en el país vecino. No es lo mismo.
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