Los hombres forcejeaban para abordar el autobús, que se llenó rápidamente. Otros se esforzaban por colarse por las ventanillas. No eran refugiados que huían de un desastre. Eran inmigrantes que trabajan en las obras para el Mundial de fútbol que se celebrará en Qatar en el 2022 y luchaban por un puñado de dólares. ¿El trabajo? Fingir ser hinchas deportivos y llenar un estadio.
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