
Poco antes de la medianoche, Carmen Lérida mira el reloj con resignación. Levanta la cabeza, observa unos segundos el cielo y olfatea el ambiente: “Sí, ya está otra vez aquí”. El culpable de sus angustias es un insoportable olor que invade Alcantarilla (Murcia) por las noches. Las gargantas empiezan a picar y un sabor ácido se impregna en la lengua. Carmen se lleva un pañuelo a la cara. Hace algunos días acudió al cuartel de la Guardia Civil y presentó una denuncia por los olores que todas las noches provocan vómitos y dolores de cabeza a su familia. También fue a una inmobiliaria, para preguntar cuánto le daban por su casa. Dice que no puede seguir viviendo así.
Precisamente, estas industrias están incluidas en el Plan de Emergencia Exterior del Sector Químico de Alcantarilla, en el que se explica cómo actuar ante un caso de riesgo para la población. El pasado 4 de junio, el ayuntamiento puso en marcha un simulacro de accidente químico. Según el concejal socialista César Candel, las sirenas no se escucharon “ni a 100 metros a la redonda”. También falló el envío de mensajes de móvil a los responsables de los colegios, entre los que se encuentra el instituto de educación secundaria, situado a 500 metros de las fábricas y al que acuden 1.200 alumnos. “Esto es un simulacro: emisión potencialmente tóxica en polígono de Alcantarilla. Recomendamos confinamiento. Seguiremos informando”, decía el SMS que, según la denuncia del PSOE, llegó 17 minutos tarde.
Fuente y leer más: Interviu
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